Empezó a ayudar de niño en la asaduría de pollos Goya, en la calle donde durante muchos años hubo un famoso prostíbulo de la ciudad. Allí llegaba con los encargos: «Niño, acércale las bolsas, y yo iba con las bolsas, las paredes rosas, los pósters de las tías en pelota, y decía he visto una teta«. Ese negocio de sus padres se amplió en 1988 con el bar Distrito, que primero fue un mesón. Era el tiempo en la que Santiago Madueño hacía la comunión y en el local sigue el órgano Casio que le regalaron. Recuerda cuando le pidieron por primera vez un sol y sombra y pensó que al señor había que ponerle el toldo y una sombrilla. Ahora tiene cócteles de su autoría, viaja por todo el mundo, ha ganado los premios del sector más prestigiosos y ha colocado al antiguo mesón entre los mejores bares de España. En Huerta de la Reina le espera un ‘bartender’ que parece venido en una máquina del tiempo de los felices años 20 para traer precisamente esa felicidad al cliente.
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